En una tarde sombría y oscura del viejo invierno sevillano, cuando aún no se perdió el Sol,
pero el cielo se vuelve anaranjado, y lentamente va buscando la oscuridad de la fría noche.
Un hombre con pelos descuidados y con unos ropajes humildes y mugrientos, se siente perdido por la Puerta de Triana. Justo antes de salir del intramuros, se acerca a un transeúnte y le habla:
-¡Buenas tardes! Estoy buscando la villa de San Juan, ¿Sabe usted dónde es?.
El transeúnte, al verse en esa situación incómoda por ese desconocido, le contesta
rápidamente haciéndole a su vez una pregunta:
-San Juan, está en la cornisa del Aljarafe, una vez que pases la vega de Triana, no tiene ninguna perdida. Pero… ¿Para que vas por allí, si aquí también debes estar?
El hombre aturdido por la respuesta, le contesta a medias y sigue su camino:
-Allí me esperan éste año…
Continuó caminando sin parar y sin mirar atrás, no paró hasta cruzar el río y estar en el barrio bajo sanjuanero, dónde volvió a preguntar a un joven que estaba sentado en un viejo y gastado pollete, del antiguo convento:
-¡Buenas noches! ¿Sabes algo de unos angelitos que me esperan por aquí?.
El joven sorprendido por las apariencias de ese hombre, le echó valor, se levantó y contestó con una vergüenza reconocida en el temblor de su voz:
-Los Angelitos siempre andan por la zona alta de San Juan, pero es raro que le esperen, si siempre andas por aquí.
El hombre ya cansado de estar continuamente escuchando lo traicionero que fue, se intenta justificar con unas limitadas y puntuales palabras:
-Vengo a San Juan para que, todos esos traicioneros, que día a día, van ganando
enemigos. Me miren, a ver si así, se sienten dolidos por venderse a lo perverso y puedo
apoderarme de toda la maldad que la gente tiene, y de ésa forma, Jesús el Bueno podrá
divulgar toda su Humildad.
Siempre me a gustado como escribes sigue así aunque no nos llevemos seco reconocer que escribes cosas bonitas
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